Teatro terapéutico: una vía de autoconocimiento y desarrollo personal

Decía el gran dramaturgo Max Reinhardt que «Todos llevamos en nosotros la potencialidad de toda clase de pasión, de todo destino, de toda forma de vida. Nada de lo humano nos es ajeno. Si no fuera así, no podríamos comprender a los demás, ni en la vida ni en el arte. Pero la herencia y la crianza fomentan las experiencias individuales y desarrollan sólo unas pocas de nuestros miles de posibilidades. Las demás poco a poco enferman y mueren”. Este potencial que todos tenemos se explora a través del teatro terapéutico y nos permite alcanzar mayores cotas de libertad mientras ampliamos nuestro ser en el mundo.

El teatro es una poderosa herramienta de autoconocimiento, presente en la cultura humana desde tiempos inmemoriales. Es gracias a que nos permite actuar cualquier personaje, sin importar lo cercano o alejado que esté de nuestra identidad cotidiana, que podemos explorar aspectos de nosotros mismos que no ponemos en juego en la vida cotidiana.

Así en el teatro como en la vida, se necesita establecer una distancia justa entre el personaje y el actor, entre el carácter y el ser. Sin esa distancia justa fácilmente podemos caer en el automatismo o en el apego excesivo.

El carácter o la personalidad es el conjunto de rasgos o tendencias de acción que se han ido estructurando a lo largo de la vida y que en la edad adulta constituyen aquello que llamamos nuestra identidad, “lo que yo soy”. Su principal característica es ser limitado y rígido. Sin embargo, una de las primeras tomas de conciencia cuando iniciamos un proceso de desarrollo personal es que nuestra personalidad no es lo que realmente somos. Somos mucho más que eso y está en gran parte por descubrir.

El teatro terapéutico nos permite acceder y actuar muchos aspectos poco conocidos de nosotros mismos, a veces prohibidos o hasta negados. Eso nos permite ampliar nuestra experiencia de “ser en el mundo” poniendo en juego muchos aspectos de nuestro potencial.

Este abordaje se nutre de múltiples herramientas. La técnica teatral, los distintos lenguajes y técnicas expresivas, la conciencia corporal, el uso de la voz y del movimiento, la expresión emocional o la interacción con los demás actores y con el público constituyen poderosos elementos de trabajo. La creatividad, el juego y la espontaneidad se alían para favorecer el proceso.

El trabajo terapéutico desde este enfoque favorece tanto a las personas que se inician en su proceso personal como a aquellas que desean profundizar en él.

Ignacio Fernández

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