¿QUÉ ES COMPASIÓN?
La compasión puede definirse como “el sentimiento que surge al presenciar el sufrimiento de otro y que conlleva un deseo de ayudar” Goetz y cols. (2010); o -como señala el Dalai Lama (2001)- “consiste en el deseo de que todos los seres sintientes estén libres de sufrimiento”.
Incluye, por tanto, un triple componente: cognitivo, al atender y percibir que otro está sufriendo; emocional, basado en la resonancia empática, al sensibilizarme y conmoverme por el dolor de ese ser; y un componente motivacional o conductual al generar el deseo y la decisión de aliviar ese sufrimiento de alguna manera.
La bondad amorosa (Metta, en el contexto budista) consiste en un sentimiento de amor desinteresado hacia los demás, sin apego, sin buscar el propio beneficio, orientado al deseo de que todo el mundo, sin distinciones, sea dichoso. La compasión (Karuna) constituye un aspecto de esa bondad aplicado en presencia del sufrimiento.
La compasión no es lástima, ni conmiseración, un concepto relacionado con actitudes paternalistas y condescendientes, que implica una relación desigual, de superioridad hacia el que sufre. Y es esa confusión de términos la que quizás explica el rechazo de la palabra compasión en nuestro contexto hispanohablante enraizado en la tradición judeocristiana. La compasión se ejerce entre iguales y se ahonda en la comprensión de la humanidad compartida por todos.
¿QUÉ ES AUTOCOMPASIÓN?
Tener compasión por uno mismo o autocompasión no es realmente diferente de tener compasión por los demás. La autocompasión no es victimización, egoísmo, autoindulgencia o debilidad. Consiste simplemente en actuar de esa misma manera compasiva hacia ti mismo cuando estás teniendo un momento difícil, cuando estás luchando con sentimientos de inadecuación y experimentando emociones dolorosas, respondiéndote como lo harías con un amigo o una persona muy querida. En lugar de ignorarte, o lo que es peor, juzgarte y criticarte sin piedad por tus deficiencias, la autocompasión significa que vas a ser amable y comprensivo cuando te enfrentas a tus errores personales. Después de todo, ¿quién ha dicho que tenías que ser perfecto? Puedes tratar de cambiar aquello que te permita ser más saludable y feliz, pero esto lo haces porque te preocupas por ti mismo, no porque no valgas nada o seas inaceptable.
Kristin Neff, pionera en la investigación sobre autocompasión y coautora junto con Christopher Germer del programa MSC (Mindful- Self Compassion), señala tres componentes esenciales sobre los que se fundamenta la autocompasión:
- Autoamabilidad vs autocrítica
Autocompasión implica ser cálido y comprensivo hacia nosotros mismos cuando sufrimos, nos rechazan o nos sentimos inadecuados, en lugar de ignorar nuestro dolor o flagelarnos con la autocrítica. Implica calmarse y consolarse de modo activo. Cuando nuestra experiencia dolorosa se niega o se lucha en su contra, el sufrimiento aumenta en forma de estrés a través de la frustración y la culpabilización. Cuando esa realidad vital es aceptada con simpatía y amabilidad, se experimenta una mayor ecuanimidad emocional.
- Humanidad compartida vs aislamiento
La autocompasión implica reconocer que el sufrimiento y la inadecuación personal es parte de la experiencia de humanidad compartida: “algo que todos pasamos” en lugar de ser “algo que sólo me pasa a mí». Al reconocer nuestra interdependencia esencial, los fracasos y dificultades de la vida no tienen que ser tomados como algo personal, sino que se pueden reconocer y admitir sin prejuicios, con compasión y comprensión.
- Mindfulness o atención plena Vs excesiva identificación
La autocompasión también requiere un enfoque equilibrado sobre nuestras emociones y pensamientos negativos de forma que no sean evitados ni exagerados. La atención plena es un estado mental no-crítico, receptivo y ecuánime que nos permite no “sobreidentificarnos” con nuestros contenidos mentales y emocionales, de forma que no resultemos atrapados y arrastrados por una reactividad negativa.
BENEFICIOS DEL CULTIVO DE LA AUTOCOMPASIÓN
La creciente investigación en la última década sobre la naturaleza y funciones de la autocompasión demuestra que cultivar una mente compasiva puede ayudar a aliviar y prevenir una gran variedad de problemas psicológicos, activando nuestro sistema de autocuidado y generando el valor y la flexibilidad que necesitamos para enfrentar los desafíos de la vida:
-Reduce el nivel de estrés, ansiedad, depresión y evitación emocional.
-Aumenta la resiliencia, el optimismo y las emociones positivas.
-Favorece el bienestar físico y emocional y el mantenimiento de hábitos saludables.
-Disminuye nuestra autocrítica interna.
-Mejora nuestro sentimiento de valía y autoaceptación y no sufre las fluctuaciones situacionales derivadas de la comparación social que están ligadas a la autoestima.
-Incrementa la conexión social, el altruismo y el establecimiento de relaciones personales satisfactorias.
Aquí puedes acceder a la escala de evaluación de autocompasión diseñada por Kristin Neff, traducida y validada en español.
Te animo a probar en tu vida este arte transformador de cuidarte y tratarte bien.
Abrazo
Amparo Morán
«La compasión no es un tipo de proyecto de mejora personal o ideal al que aspirar. Tener compasión comienza y termina por tener compasión por todas esas partes de nosotros mismos, todas esas imperfecciones, que ni siquiera queremos mirar».
Pema Chödron