Los cuentos metafóricos son un gran instrumento de trabajo terapéutico. Su uso hace trabajar principalmente el hemisferio cerebral derecho (que está relacionado con la parte creativa, emocional e intuitiva), a diferencia del hemisferio cerebral izquierdo (parte intelectual, lógico y racional). Esto permite que surjan, por parte del paciente, soluciones alternativas al pensamiento lógico.
Además, las metáforas no aportan directamente las soluciones necesarias al problema en cuestión, sino que es el propio paciente, a través de su mente inconsciente, el que obtiene sus propias respuestas a partir de recursos de su mente inconsciente, esto unido al acompañamiento terapéutico permite un trabajo amable y muy compasivo, sin juzgar, sin valorar…
La metáfora simplemente apunta en una dirección, de forma que el paciente navega de manera inconsciente y a su propio ritmo, el significado que para él tiene el mensaje. Este proceso supone, en muchas ocasiones, un cambio sustancial en la vida diaria, gracias a la comprensión de la causa principal del sufrimiento a nivel emocional
Por todo ello, os presento un libro de 32 cuentos metafóricos en el que se tratan temas muy diversos, como son: la comunicación interpersonal, la falta de autoestima, la agresividad, el miedo, la vanidad, la infelicidad, el orgullo, etc. La finalidad de este es ayudar a encontrar esa bonita estrella que todos llevamos dentro.
Se trata de “En un lugar muy lejano… dentro de ti”, escrito por Gerardo Gómez, ilustrado por Aldo Tonelli, y editado por Circulo Rojo, que cuenta ya con su 3ª edición. Se encuentra disponible para su compra en: https://editorialcirculorojo.com/en-un-lugar-muy-lejano-dentro-de-ti/
Aquí os dejo uno de los cuentos con el deseo de que os ayude a indagar un poco más en vuestro interior.
Un fuerte abrazo,
Gerardo Gómez
@enunlugarmuylejanodentrodeti
La cabaña
Esta es la historia de un monje budista que andaba perdido en su espinoso camino espiritual. Se sentía impotente cuando comparaba su lento proceso de crecimiento personal con el de su compañero de meditación, el cual avanzaba a pasos agigantados.
Su frustración crecía día a día. No comprendía la rápida transformación de su compañero, que arrastraba experiencias vitales muy traumáticas: pérdida de su padre en la guerra y fallecimiento de su madre por enfermedad a una edad temprana.
Por el contrario, el frustrado monje había llevado una vida muy normal, hasta el momento, sin grandes perturbaciones ni traumas del pasado. Por este motivo, este monje le preguntó un día a su maestro cuál podría ser la razón de su lento avance hacia la iluminación en comparación al de su com
pañero.
Con el objetivo de aportarle algo de luz a su discípulo, el maestro citó a ambos al atardecer en un prado en el que se hallaban pequeñas cabañ
as de madera. Una vez reunidos en el campamento el maestro les dijo a sus dos discípulos:
—Quiero que cada uno de vosotros recuerde cuántas experiencias traumáticas ha experimentado a lo largo de la vida.
Les dejó unos minutos de introspección y prosiguió:
—Coged ahora una piedra por cada una de esas experiencias traumáticas, tanto más grande cuanto mayor haya sido el sufrimiento que os ha causado.
El frustrado monje cogió cuatro piedrecitas del tamaño de un garbanzo, mientras que su compañero cogió tres piedras pequeñas, dos medianas y cuatro enormes del tamaño de un balón. A continuación, el maestro les indicó:
—Ahora elegid cada uno una cabaña y lanzad las piedras con toda vuestra fuerza contra vuestra cabaña. Os ayudará a desahogaros.
La cabaña del frustrado monje apenas sufrió unos rasguños en sus paredes de madera. Sin embargo, las grandes piedras lanzadas por su compañero provocaron importantes agujeros en diversas partes de la cabaña. Una vez que ambos monjes se quedaron sin piedras que lanzar, el maestro les preguntó:
—¿En cuál de las dos cabañas puede entrar más luz?