Río Abierto. Un camino de vida.

Hablar de Río Abierto es para mí la elección de un camino de vida.  Al escribir sobre este sistema de trabajo me pregunto qué quiero comunicar y transmitir.  Y no puedo sino irme a los orígenes de mi contacto con Río Abierto.  Inexorablemente he de referirme a cuando conocí a Graciela Figueroa, dado que fue ella con la que descubrí el Movimiento Expresivo.  Su amor a la danza y la expresión del Ser a través del movimiento fue su primer y mayor regalo.  A partir de ese momento se me abrió la puerta de la danza como comunicación, contacto conmigo, con mi propia esencia.  Un espacio de meditación en movimiento que nunca antes había conocido.  Lo cual consiste en  habitar un estado de conciencia, que viene a ser como un lugar en blanco ocupado únicamente por la vivencia del instante o el presente mismo que se desarrolla.  Diálogo de  la esencia en su contacto con el afuera sin los filtros de la mente racional enjuiciadora.

Esto no pudo sino alimentar la sed inagotable de búsqueda que existe en mí.  La seguía por todos los lugares de España cada vez que me era posible, en esta necesidad de expresar todo lo de dentro en el afuera; dejarme ser sin filtros, y de este modo ir reconstruyéndome, reencontrándome, descubriendo otras formas, retazos de vida, hilando la propia historia, creando puentes entre las partes de mí que estaban detrás, del otro lado, sin ser vistas, comprendidas o escuchadas.

Puedo decir que descubrir el Movimiento Expresivo ha sido un medio con el que conectar con mi cotidiano y lo que me ocurría, una herramienta con la que poder dar forma a las cuestiones  claves de mi existencia.

En la juventud me facilitó perfilar mi identidad genuina con la libertad que esto conlleva.  Con mi trabajo de Educadora social, para dar salida a la carga emocional, todas las incoherencias del sistema neoliberal y patriarcal, que padecen las personas de escalas sociales más desfavorecidas y que las técnicas que estamos en las «trincheras», como decimos, acompañamos humildemente como vamos aprendiendo, dado que no nos enseñan en la Universidad a digerir las miserias humanas que el sistema poco o nada sabe acoger;  he podido expresar mi dolor, y a la vez, poner al servicio del trabajo de la intervención social las herramientas de Río Abierto, y en los grupos de mujeres, crear un espacio único donde ellas podían ser, encontrarse a sí mismas y descubrir su valor y capacidad;  como madre me dotó de estrategias creativas con las que compartir la infancia de mis hijos; ¡fue todo un despertar a mi propia inocencia y creatividad! Y desde ahí han ido tomando forma a través de mi proceso de maduración, grupos para mujeres, para niños/as e incluso la propia Formación.

El trabajo de Río ha sido, como dice Graciela Figueroa en el film «Cuerpos», poder encontrar a la propia maestra interior, porque cuando hallamos el modo de poder mostrarnos y dialogar con nuestra propia existencia estamos validándonos como seres genuinos, y ésto viene a ser reconocernos como maestras.

Nieves A.

 

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